Coronavirus: una revolución ecológica y social para construir el mundo de después
Attac France
No queremos un retorno a su normalidad, porque la normalidad neoliberal y productivista es el problema.
Esto es lo que estamos tratando de demostrar en esta nota proponiendo soluciones para
responder a la emergencia sanitaria de una manera eficaz y justa mientras esbozamos, desde
ahora, la revolución ecológica y social que tendrá que aplicarse para permitir a los pueblos
recuperar el control sobre sus vidas y su futuro.
Sumario
1. Responder a la emergencia
- Satisfacer las necesidades de los hospitales para hacer frente a la emergencia sanitaria
- Respeto de las libertades y derechos democráticos
- Proteger a los más afectados
2. Por una revolución ecológica y social
- Apoyar a las empresas que realmente están en dificultades condicionando las ayuda
- Desbloquear la financiación necesaria garantizando la justicia fiscal
- Desarmar los mercados financieros
- Servicios públicos para garantizar el a to‐do‐s los derechos humanos fundamentales
- Una relocalización solidaria de las actividades
- Una revolución ecológica y social
Conclusión: ¡preparar el día después, desde ahora!
1. Responder a la emergencia
La Organización Mundial de la Salud ha señalado con el dedo los «alarmantes niveles de inacción» de la comunidad internacional. Los daños humanos son ya muy importantes. La salud y la vida deben primar sobre cualquier consideración económica o financiera. Desde este punto de vista, se está en el derecho a cuestionar las reacciones del gobierno, consideradas demasiado tardías, incompetentes o amateurs según muchos responsables científicos y de sanidad y dadas las lecciones que se podrían haber aprendido de China o Italia. La falta de anticipación y de medidas fuertes e inmediatas sin duda va a costar muchas vidas. Se necesitan medidas urgentes para proteger la vida de cada uno, incluidas las más vulnerables: deben aplicarse todas las medidas posibles y necesarias para proteger la salud de las poblaciones, independientemente de las repercusiones económicas.
Satisfacer las necesidades de los hospitales para hacer frente a la emergencia sanitaria
A los hospitales les falta cruelmente material, camas y personal. Los poderes públicos deben paliar urgentemente la descomposición de los hospitales públicos de estos últimos años. La gravedad de la situación requiere un plan de emergencia para los hospitales, que debe basarse en las demandas que el personal ha estado luchando durante meses. Para que esto suceda, se deben poner a disposición recursos presupuestarios rápidos y consecuentes, «cueste lo que cueste», como ha afirmado Emmanuel Macron. Desafortunadamente, hasta la fecha, sólo se han puesto dos mil millones de euros sobre la mesa (dedicados a «bajas por enfermedad, máscaras y remuneración de los trabajadores sanitarios»): se necesitaría al menos el doble.
Entre las medidas urgentes que deben adoptarse:
- Contratación inmediata de personal en situación y revalorización permanente de los salarios del personal sanitario.
- La reapertura de camas (faltan 10.000 camas en urgencias y 40.000 en los Ehpad), la compra de equipo pesado para la atención (respiradores, etc.), el suministro sistemático de ropa protectora efectiva;
- Una reconversión masiva de la industria francesa hacia una economía al servicio de las necesidades sanitarias: fabricación de máscaras, soluciones hidroalcohólicas, pruebas de detección…
- La cancelación de las deudas hospitalarias acumuladas por 10 años de políticas neoliberales (entre 8 y 10 mil millones de euros)
- El requisamiento de hospitales, camas, laboratorios y gabinetes de radiología privados
- La requisa de médicos liberales en lugar de hacer llamamientos al voluntariado y la supresión de sobrecostes de sus honorarios (¿Horas extras?)
- La prohibición de la actividad privada en los hospitales públicos con el fin de transferir todos los recursos al servicio de la gente.
Respetar las libertades y derechos democráticos
La emergencia es la crisis sanitaria: respetamos las medidas necesarias para prevenir la propagación del virus y la sobresaturación de los centros médicos. Pero la crisis sanitaria no debe ser una oportunidad para cuestionar las libertades fundamentales, como la libertad de informar y emitir alertas.
No debería ser una oportunidad para que la violencia policial bajo la premisa de que reine el orden público. Y debe dar lugar a una transparencia real por parte del gobierno, en primer lugar la publicación de todos los informes científicos y consejos en los que se basa.
No estamos en guerra, como ha dicho Emmanuel Macron, sino ante una pandemia. No somos soldados, sino ciudadanas y ciudadanos. No tenemos enemigos. Ni fuera, ni dentro de las fronteras. El gobierno debe dejar de guiarse a ojo y tomar finalmente las medidas necesarias para que sean coherentes entre sí, fundadas en un principio de solidaridad, que permitan a todos, ricos o pobres, hacer frente a la pandemia. La participación consciente y voluntaria de toda la población en las medidas de contención necesarias será sólo facilitada Pero para obtener su legitimidad a estas medidas de confinamiento, este gobierno no puede utilizar la crisis sanitaria para imponer su agenda neoliberal ni para redoblar la discriminación ya intensa contra las poblaciones de los barrios de la clase trabajadora.
Proteger a las personas más duramente tocadas
El gobierno está proporcionando recursos sustanciales para las empresas. Hace falta que haga lo mismo por los trabajadores/as, los desempleados/as, los más vulnerables y preservar sus derechos sociales adquiridos:
- Decenas de miles de personas ya están en paro técnico. Sólo se mantiene el 84% de su salario neto, allí donde se debería garantizar el mantenimiento íntegro de los salarios (con una compensación por parte del Estado en las empresas realmente en crisis). Al mismo tiempo, para garantizar que la crisis del coronavirus no se convierta en una crisissocial, los despidos deben ser prohibidos, una medida mencionada y luego retocada por el gobierno tras la presión del MEDEF.
- Dependiendo de si uno es más o menos rico, está más o menos ya enfermo, más o menos viejo, las condiciones de confinamiento e incluso la posibilidad de acceso a una atención de calidad, no son lo mismo.Por ninguna de las medidas implementadas por el Estado, se trata de garantizar la justicia social, para que no sean los más pobres y vulnerables los que sean las primeras víctimas. Por ejemplo, el Gobierno ha anunciado su intención de suspender los desalojos hasta el 31 de mayo y pospuesto la nueva reducción de la ayuda a la vivienda, así como la ampliación de las tarjetas de residencia para los extranjeros. Pero esto está lejos de ser suficiente: hay que implementar el requisamiento de viviendas vacías para las personas sin hogar y las muy mal albergadas, una moratoria de las rentas no pagadas, el restablecimiento de la ayuda integral a la vivienda y su fortalecimiento, una moratoria de las facturas de energía, agua, teléfono e no remuneradas debido a ingresos insuficientes o decrecientes.
- En este período de confinamiento, la lucha contra la violencia doméstica y infantil debe ser repensada y reforzada.
Para proteger a los trabajadores/as
- el mundo del trabajo del trabajo debe organizarse únicamente para la producción de bienes y servicios que respondan a las necesidades esenciales de la población (agricultura, pesca, industria alimentaria y bebidas, los servicios de información y comunicación) y el derecho de no ir a trabajar de los asalariados debe ser respetado mientras las condiciones de seguridad y salud (máscaras, geles hidoralcohólicos…) no estén asegurados
- ningún logro social puede ponerse en cuestión, contrariamente a la posibilidad de que el Gobierno se permita, a través del Proyecto de Ley de Emergencia para hacer frente a la epidemia de Covid‐19, intervenir mediante ordenanzas en áreas de las leyes laborales extremadamente sensibles, como el derecho a vacaciones pagas o descanso semanal, horas de trabajo semanales, etc. para mantener las empresas a flote. ¡La respuesta no está en el cuestionamiento de los derechos de los trabajadores!
2. Por una revolución ecológica y social
Desde 1945, el mundo no había conocido una situación tan caótica e inestable con una sucesión de crisis tan grandes como diversas. La epidemia del coronavirus muestra la fragilidad de un capitalismo cada vez más globalizado y financiarizado, que explota sobre todo al trabajo y a los seres vivos. “hay bienes y servicios que se deben situar fuera de las leyes del mercado”: éstas palabras de E. Macron, son totalmente contradictorias con la política que ha estado haciendo los últimos 3 años y que agrava la crisis sanitaria. A ésta crisis sanitaria debe seguir una revolución ecológica y social, que pase por una ruptura total con las políticas del pasado: es urgente desarmar ésta enorme maquinaria que calienta el planeta, destruye la biodiversidad, agrava la precariedad y las desigualdades y cuestiona la democracia. Nos enseña también que para satisfacer las necesidades humanas, es necesaria una intervención del pueblo más potente que la necesaria para controlar los mercados: hay que movilizarse para que ésta intervención, no sea algo que dure unas semanas o meses. Unas “acciones de ruptura” no pueden ser coyunturales, para después volver a las políticas de E. Macron, deben diseñar otro futuro.
Mantener las empresas que están realmente con problemas, condicionando las ayudas
La cuarentena de la población, la parada de la producción de muchas empresas y la caída de la demanda, ponen a muchas empresas en una situación muy difícil. El Gobierno ha anunciado un primer paquete de ayudas de 45.000 millones de euros (retraso o anulación de las cotizaciones, compensación del paro parcial de trabajador@s, fondo de solidaridad, indemnización mensual de 1.500 €,….) y otro de 300.000 millones de euros para garantías de créditos bancarios. Estas medidas son indispensables para mantener el tejido productivo, pero se deben priorizar a las empresas que están realmente con problemas y sobre todo a autónom@s, Micropymes y Pymes, que tienen las tesorerías más débiles. En estos grupos, estas ayudas excepcionales se deben aplicar para evitar quiebras.
A la vez, algunas empresas encadenan beneficiosfabulosos: Amazon, Netflix….Se les debe aplicar un impuesto sobre los beneficios excepcional y significativo, generando ingresos públicos que van a hacer falta de forma imperativa en éste periodo. De manera general y para evitar que se haga el ajuste de la crisis sobre los salarios, se deben prohibir inmediatamente los repartos de dividendos.
Consecuencia de éstas intervenciones masivas del Estado en la economía, los poderes públicos se debieran plantear una reorientación masiva del tejido productivo del país para volverlo socialmente más justo para satisfacer las necesidades básicas de la población y compatible con los grandes equilibrios ecológicos: ¿hay que invertir enormes sumas de dinero público para rescatar a compañías aéreas, empresas energéticas, petroleras, gasistas o químicas, de sectores industriales polucionantes,sin condicionar las ayudas a su reconversión progresiva y organizada?
No. No se deben mantener más que las empresas que acepten abandonar progresivamente sus actividades polucionantes para invertir en actividades social y ecológicamente útiles y sostenibles. Si fuera necesario, el Estado y los poderes públicos debieran hacerse con el control de estas empresas para poner fin a sus actividades perjudiciales. En todos los casos se deben mantener los derechos de los trabajadores (ingresos, empleo). ¡Este intervencionismo público, es una ocasión única para poner en marcha una verdadera reconversión ecológica y social en los sectores más nocivos, no la dejemos pasar! Ni un euro para relanzar la máquina insostenible que produce desigualdades sociales y la destrucción del planeta.
Desbloquear la financiación necesaria asegurando la justicia fiscal
Mientras que algunos ultra ricos, se permiten “quedar bien” haciendo obras de caridad, es el momento de buscar financiaciones suplementarias, haciendo que cada uno pague su justa parte de los impuestos: no financiaremos los hospitales con caridad. Esta exigencia de justicia fiscal pasa sobre todo por:
- Lucha implacable contra la evasión fiscal
- Restablecimiento del Impuesto de Solidaridad sobre las Fortunas
- Restablecimiento de la progresividad sobre los impuestos de rendimientos del capital, supresión de la Tax Flat..
- Supresión de la desgravación del impuesto para la competitividad del empleo (CICE 100.000 millones de euros desgravados por las empresas fuera de control, data de Hollande)
Desarmar los mercados financieros
Mientras los precios del petróleo se desploman consecuencia de la guerra abierta entre Arabia Saudita y Rusia y la crisis del coronavirus sigue su progresión, se vislumbra una nueva crisis económico‐financiera. No hemos aprendido nada de la crisis del 2008. Hay que poner sobre la mesa y con urgencia las medidas necesarias para evitar una nueva catástrofe financiera pagada por los contribuyentes.
- La política monetaria se debe poner de forma urgente al servicio de la economía real, de las necesidades sociales y del medio ambiente. El nuevo plan de compra de activos del Banco Central Europeo (BCE) de 750.000 millones de euros se debe ajustar a las actividades prioritarias,sanitarias, sociales y ecológicas. El BCE hasta ahora no ha querido hacerlo, argumentando su neutralidad en el mercado, continuando de esta forma su generosa financiación a sectores nocivos para el planeta y la población. La política monetaria debe cesar de una vez de regar con liquidez los mercados financieros reforzando su dominio sobre la economía real y los Estados: El BCE debe parar de inyectar miles de millones de euros todos los meses en los mercados financieros sin ninguna condición, continuando incluso ante la crisis financiera que se prevé. Es una política ineficiente: las tasas de interés son de las más bajas conocidas y las recompras de acciones son masivas, sin ningún efecto real, salvo el de la especulación. Más adelante hay que condicionar la refinanciación de los bancos y aseguradoras a una reestructuración completa de su cartera de actividades: las actividades bancarias que agravan las crisis sanitarias, ecológicas y climáticas no se deben refinanciar nunca más. Desde ahora, los miles de millones de productos de ahorro reglado, libreta A, LEP (libreta de Ahorro Popular, LDDS (libreta de Desarrollo Sostenible y Solidario),..deben ponerse al servicio de actividades sostenibles y garantizadas 0% fósil y 0% nuclear.
- El BCE y los bancos públicos, deben prestar desde ahora directamente a los Estados y entidades públicas y locales para financiar el Estado de Alarma, aplicando las tasas de interés actuales próximas a 0. La deuda pública que se va a verfuertemente incrementada como consecuencia de la crisis del coronavirus, no debe alimentar la especulación en los mercados financieros, ni futuras políticas de austeridad presupuestaria, como ocurrió después de la crisis de 2008. Desde ahora, el diferencial de tasa de interés impuesto a los Estados por los mercados financieros aumentan y restringen el margen de maniobra de los poderes públicos, como en Italia: hay que pararlo enseguida. Las burdas declaraciones de Christine Lagarde el 12 de marzo, dejando entender que el BCE, no podría ayudar a todos los Estados de la zona euro, aunque luego corregidas, son inquietantes. El BCE debe comprar desde su emisión ésta nueva deuda de los Estados, creando moneda y atribuirle un estatus de deuda perpetua no reembolsable.
- Se debe instaurar el control de capitales y la prohibición de operaciones especulativas y de alto riesgo: ventas en descubierto, ventas a corto, operaciones sobre sectores estratégicos (alimentación, energía, etc.) limitación estricta de variaciones diarias de cotización, tasa sobre las plusvalías financieras…..Esto se hizo durante la segunda guerra mundial y se debe volver a hacer. El “shadow banking” la parte que comporta más riesgo y menos regulada de los mercados financieros, ahora debe ser restringida por su contribución al riesgo y evitar de esa forma su contribución a una catástrofe financiera.
- Desmantelamiento y socialización de los bancos más grandes, “too big to fail” su tamaño es tan grande que la quiebra de uno de ellos, pondría en peligro la estabilidad de todo el sistema bancario mundial. Es el caso de los 4 bancos franceses más grandes, que tienen en sus activos una cantidad enorme de activos financieros, volviéndolos muy vulnerables a las variaciones de las cotizaciones bursátiles. Hay que separar las actividades de banca comercial y de negocios bancarios, como lo proponía una reciente directiva europea, bloqueada por el lobby bancario europeo.
- Una Tasa sobre las transacciones financieras (TTF), aumentándola de forma significativa sobre las transacciones más especulativas y arriesgadas. La directiva europea sobre las TTF, a la que se opuso el Presidente francés, debe ser de nuevo puesta en marcha.
Por una solidaridad internacional
Se debe ejercer la solidaridad internacional, comenzando por la que los países europeos no han sido capaces de poner en marcha, una estrategia común cara a la epidemia. Se debe poner en marcha un presupuesto común más realista del que se ha anunciado en el seno de la UE (que no es otro que el ya existente para la política europea de cohesión). Este presupuesto podría ser financiado a interés 0 por el BCE o incluso por el Banco europeo de Inversiones (BEI). Este presupuesto europeo, se podría alimentar también a partir de impuestos europeos (impuesto de sociedades, impuesto sobre el patrimonio. TTF, etc.). Más adelante, la solidaridad europea debe pasar por una armonización fiscal de los países miembros. Esto debiera parar la carrera a la baja de los impuestos directos y progresivos, adaptándose a las transformaciones de la economía (integrando las actividades vía internet por ejemplo) por medio de una “serpiente fiscal europea” que neutralizaría la competencia fiscal y social.
Servicios públicos para asegurar el acceso de todas y todos a los derechos humanos fundamentales
Esta epidemia muestra el estado desastroso de nuestro sistema hospitalario. Desde hace 3 años el personal de los hospitales no ha cesado de hacer sonar la alarma, por una falta manifiesta de medios en personal o camas que impiden ahora cuidar correctamente a la gente. El Gobierno no respondió y ahora lo pagamos caro: tendrá que responder de ésta política que ha dejado degradarse los hospitales hasta una situación indigna. Desde hace 40 años, las políticas neoliberales han demolido poco a poco los servicios públicos. Hoy no sólo presentan carencias los hospitales sino el conjunto de los servicios públicos que no pueden jugar su papel de reducción de las desigualdades. A partir de ahora, nos toca reconstruir y mejorar esos servicios con medios y personal adecuado, asegurando la igualdad de acceso de territorios y población.
Para llegar a esto, hay que anular la ley de programación plurianual de la investigación, y comprometerse a una reorientación fundamental y organización de las actividades de la investigación. Los científicos subrayan una carencia de la investigación pública fundamental sobre los virus, falta de medios y de investigadores, desde hace años. Se debía haber aprendido de la epidemia del SRAS a comienzo de los años 2000 en Hong Kong y otros países de Asia. En general la investigación pública ha sido progresivamente destruida por la reducción de medios asignados en función de su retorno económico por elsector privado y no en función de su utilidad social. Los 5.000 millones de euros en 10 años, anunciados por Macron para la investigación científica, no solucionan en nada el problema resaltado por losinvestigador@s y profesor@s que reivindican el fin de la precariedad, la creación de puestos de titulares en todas las disciplinas así como el sostén de la investigación pública.
La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto con crueldad, la apuesta de la sociedad reconociendo la importancia de los servicios a las personas dependientes, la necesidad de satisfacer sus necesidades diarias y los lazos sociales. Una buena parte de estas actividades son satisfechas actualmente por mujeres, sea de forma privada o ayudas “informales” y empleos mal remunerados muy feminizados y fundamentalmente inmigrantes, incluso en las Residencias de Ancianos. Las necesidades en este campo son muy importantes y cuando las políticas públicas no lo pueden asumir, es la iniciativa privada la que se abalanza sobre éste sector buscando beneficios. Estamos a favor de la valoración de éstos servicios y que sean ejercidos por hombres y mujeres a partes iguales. Contra la mercantilización de estos servicios, pedimos su socialización, es decir la creación de servicios públicos y bajo el control de las “partes implicadas” usuarios, asalariados, entidades públicas y locales.
Claman las necesidades de capacidad de acogida a niños de 0‐3. La capacidad es cada vez más desigual, privatizada e inaccesible para los que carecen de medios, también hay una enorme desigualdad territorial. Hay que concebir un servicio público que agrupara todas las modalidades de servicio de guarderías, asistentes maternales, etc. para ofrecer la mejor calidad de acogida para los niñ@s con un plan de formación y reconocimiento de la calificación para el oficio.
Una relocalización solidaria de las actividades
La “crisis del coronavirus” desvela nuestra gran vulnerabilidad, en tanto en cuanto las cadenas de producción están mundializadas dependemos de un gran número de exportaciones e importaciones. Es el caso, en mayor medida, de las grandes empresas de electrónica, de automoción, aeronáutica, farmacéuticas o la industria textil. No obstante, crisis como la actual sanitaria, u otras que pueden venir de tipo geopolítico o climático, se reproducirán. La relocalización debe permitir instaurar una mejor autonomía frente a los mercados internacionales, apartarse de las reglas europeas de acuerdos de libre comercio, y responder a las necesidades locales. También permitiría a los poderes públicos y a la ciudadanía retomar el control sobre los modos de producción, evitar confrontar entre ellos sistemas productivos extremadamente desiguales, y tener una opción para cortocircuitar a las multinacionales y reducir los costes ecológicos del transporte.
La relocalización de los sistemas productivos se justifica porque la división de trabajo organizado por las multinacionales lleva a la competencia entre los pueblos y, por tanto, supone una forma de igualar a la baja. También se justifica por razones democráticas y ecológicas: el desarrollo del comercio internacional y los flujos de mercancías conlleva una permanente emisión de gases de efecto invernadero ligados al transporte. Pero si hay necesidad de una relocalización del sistema productivo, también es necesaria una extensión sin precedentes de la cooperación internacional.
- La “crisis del coronavirus” muestra igualmente la necesidad de relocalizar la producción de medicamentos, en vista de que la mayoría de los principios activos que utilizamos son importados de China y de India, lo que supone hoy día problemas de autonomía y de seguridad sanitaria. Se trata también de relocalizar las actividades en la industria, en la agricultura, y los servicios y por tanto de poner en marcha una planificación democrática de sus producciones en función de las necesidades y de los imperativos ecológicos. La necesaria combinación social y ecológica no se podrá llevar a cabo sino a través de una revitalización de todos los territorios.
- Esta relocalización debe comenzar por la suspensión inmediata y definitiva de la negociación, firma y ratificación de nuevos acuerdos de libre comercio bilaterales (comercio e inversión), por el cuestionamiento de los acuerdos existentes (incluidos los mecanismos ISDS) y por la puesta en entredicho de las reglas de la Organización Mundial del Comercio.
- Una tasa kilométrica sobre todos los modos de transporte aumentaría sustancialmente el coste de los fletes y disuadiría el transporte de mercancías de larga distancia. El montante de este gravamen aumentaría (de forma proporcional o más compleja) en función del número de kilómetrosrecorridos entre el lugar de producción de la mercancía y su lugar de venta. Esta tasa incitaría al desarrollo de circuitos económicos locales y regionales y haría al comercio de larga distancia muy poco competitivo. Una medida de este calibre pone el foco sobre un desarrollo económico mucho más centrado en las necesidades locales y la posibilidad para las poblaciones locales de decidir qué es lo que quieren producir y cómo. Además, la tasa kilométrica es una herramienta cooperativa que incluye tanto las exportaciones como las importaciones, sin suponer una desventaja para los compañeros comerciales del país que toma la iniciativa.
- La relocalización debe ir acompañada de una regulación internacional refundada sobre la solidaridad internacional y la respuesta a la crisis ecológica, en el cuadro de instancias multilaterales y democráticas. Se trata de desplegar medidas firmes y globales contra el calentamiento climático, para ayudar a los países pobres a adaptarse a él, para combatir los paraísos fiscales y judiciales, para presionar a las multinacionales, para terminar con la competencia fiscal y social y dirigirse hacia una armonización fiscal europea y una fiscalidad internacional. Se trata de regular de forma más férrea los intercambios de bienes, servicios y capitales, permitiendo al mismo tiempo la libre circulación de conocimientos y de personas.
Una revolución ecológica y social
La apuesta no es el relanzamiento de una economía profundamente insostenible. Se trata de movilizar en el corto plazo las sumas colosales necesarias para hacer frente al calentamiento global y a la crisis ecológica y tomar las riendas de la economía y la sociedad. Francia, Europa y la comunidad internacional deben elaborar un plan de ruptura con el desorden neoliberal y productivista para responder de forma democrática simultáneamente a las urgencias sociales y ecológicas.
- El BCE y el sistema bancario, y también los poderes públicos, debe mantener en marcha todas las inversiones en la transformación ecológica, con la creación masiva de empleos en las energías renovables, los transportes colectivos deben ser convertidos en gratuitos, la renovación térmica de los edificios… deben también financiar suficientemente las actividades que satisfagan las necesidades de base y de interés general:servicios públicos de salud, educación, investigación…
- Una política presupuestaria ambiciosa debe acompañar esta política monetaria, especialmente a los medios másimportantes para las colectividadeslocales que aseguran los servicios públicos de proximidad.
- De cara a los límites físicos del planeta, el decrecimiento del consumo material y energético a escala mundial, y sobre todo en los paísesricos, esindispensable. Hace falta paralizar las inversiones de alto consumo energético y consumistas como el 5G o la investigación de nuevos yacimientos de energías fósiles. Hace falta enfilar el decrecimiento de las actividades contaminantes al mismo tiempo que se evita que los trabajadores se vean damnificados mediante políticas de formación, de reconversión y de reparto de la riqueza. La política energética no puede ser solo una “energía decarbonizada” que incremente la importancia de la energía nuclear ‐cuya cadena de producción es una fuerte emisora de gases de efecto invernadero‐ y que dejaría intactos los consumos energéticos finales. Los modos de producción agrícolas e industriales más ecológicos y sociales deben ser favorecidos por una reorientación fuerte de las ayudas públicas e incluso de los mercados públicos. Frente a los lobbies de las multinacionales, la reglamentación sobre las substancias nocivas para la salud debe ser reforzada considerablemente. No olvidamos que algunas de estas substancias (perturbadores endocrinos, pesticidas…), además de una mala alimentación, están en el origen de numerosos cánceres y otras enfermedades que convierten hoy día a las personas más vulnerables frente al coronavirus.
- Refundar los sistemas agrícolas y alimentarios es una necesidad para defender al campesinado, sus empleos y incluso para los consumidores, alrededor de los principios de autonomía productiva e alimentaria (contra la mundialización de los intercambios de productos alimentarios) y de solidaridad internacional (contra la destrucción de los sistemas agrícolas locales consecuencia de la competencia entre sistemas productivos). La relocalización solidaria debe permitir un acceso a una alimentación de calidad para todos, gracias a políticas públicas que favorezcan una agricultura creadora de empleos de calidad bien remunerados. Una agricultura de este tipo puede permitir hacer frente a las crisis ecológicas o sanitarias, al apoyarse sobre redes de distribución locales para una alimentación sana y diversificada.
Conclusión: ¡preparar el día después desde ya mismo!
Es imposible predecir cuándo terminará el confinamiento y aún menos el desarrollo de la pandemia del COVID19. Pero una cosa es cierta, las cosas no pueden seguir igual. O bien los gobiernos aprovechan para lanzar una estrategia de choque, aumentando el agujero de las políticas neoliberales y autoritarias; o bien los pueblos recuperan el control y refunden nuestras sociedades. No estamos ante un debate de largo plazo: el futuro se prepara hoy.
Ante las retóricas guerreras y los ataques contra los derechos sociales anunciados por los gobiernos oponemos la solidaridad, la defensa de los servicios públicos y de los salarios.
Al individualismo oponemos las prácticas colectivas, incluso en periodo de confinamiento.
A la acentuación de las desigualdades en la gestión de la crisis, sobre todo por las personas a las que se obliga a ir a trabajar o para las que sufren ya fuertes discriminaciones, oponemos la igualdad, cueste lo que cueste.
Al rescate de las multinacionales oponemos una reorientación de las políticas con el fin de responder a las urgencias sociales.
Al mantenimiento de estructuras económicas actuales oponemos una bifurcación ecológica y social, guiada por la satisfacción de las necesidades colectivas y los imperativos ecológicos.
Es momento de la organización de la solidaridad. Si somos capaces de imaginar esta salida de la crisis, son los valores que es necesario vivir desde ahora, y mucho más desde el fin del confinamiento.
No, no queremos volver a su normalidad, porque esa normalidad neoliberal y productivista es el problema.
Traducción: Attac Navarra-Nafarroa
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