Nota Aclaratoria sobre el artículo “Reflexiones de una estudiante en economía”
La pasada semana publicamos las reflexiones de una estudiante de economía, donde la alumna Cara Maeztu hacía una crítica a los estudios de economía actuales de la universidad. Por fortuna, esas reflexiones han llegado hasta el decano de la facultad de Economía de la UPNA, Emilio Domínguez, que nos ha solicitado que publiquemos esta réplica.
Tanto la crítica como la respuesta son muy bienvenidas en Attac Navarra-Nafarroa. Tenemos el convencimiento de que el debate y la crítica solo pueden enriquecer el ámbito educativo, y por tanto deben ser permanentes. Con mucho gusto, por tanto, nos hacemos eco de este interesante debate.
Personalmente, siempre que me encuentro con una mente joven dispuesta a combatir por mejorar la sociedad en que vivimos, mi corazón rejuvenece y mi razón atesora un argumento más para creer que hay futuro. Así, mis primeras palabras tienen que expresar mi agradecimiento por el compromiso de la autora del artículo. Sin embargo, mi mente de economista, siempre pensando en la mejor utilización de los recursos escasos, mi vocación de docente universitario, siempre pendiente de ayudar a la formación de un pensamiento crítico a la vez que bien informado y, en este momento, como Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pública de Navarra, siempre interesado en mantener el rigor en la información sobre los estudios que ofrecemos, me veo en la obligación de matizar algunas afirmaciones que aparecen en el artículo “Reflexiones de una estudiante en economía” firmado por Cara Maeztu Redín, graduada de nuestro Programa Internacional del Doble Grado en Administración y Dirección de Empresas y en Economía.
Todos los grados en el área de la economía, los nuestros no son una excepción, comienzan con alguna asignatura de introducción a la economía, en nuestro caso en el primer semestre del primer curso. Todas las asignaturas de introducción a la economía comienzan definiéndola como disciplina académica y, casi todas emplean una definición similar, “la economía estudia los modos de asignación de recursos escasos a usos alternativos para la satisfacción de las necesidades humanas”. Aunque no pretendo dar una clase de economía, me gustaría resaltar el alcance de esta definición. Se estudian “los modos”, en plural, las distintas formas en que se pueden tomar las decisiones económicas, guiadas por el beneficio personal o social, en contexto de competencia o colaboración, en una economía de mercado o con distintos grados de planificación central. Se asignan “recursos escasos”, por lo que el uso limitado de los recursos no es una opción es una condición. Se “asignan a usos alternativos”, por lo que se valora el coste de oportunidad de las decisiones económicas, o en otras palabras, las consecuencias de nuestras actuaciones. Todo ello para lograr un único objetivo, la satisfacción de las necesidades humanas, no a mayor gloria de los mercados o de la cuenta de resultados de una empresa. En los grados de nuestra facultad también se incluyen en esta asignatura las definiciones necesarias para comprender los conceptos de justicia y equidad, además de definir y discutir sobre las consecuencias de las externalidades, positivas y negativas, de la actividad económica. Esto, me repito, en primer semestre de primer curso, con el consecuente desarrollo en el resto de asignaturas relacionadas con la teoría económica, macroeconomía y microeconomía, que suponen más del 25% de las asignaturas obligatorias en el Grado en Economía.
Por ello no puedo compartir la afirmación del último párrafo “en este tipo de grados no hablamos ni tratamos conceptos como […] la igualdad, la equidad, la degradación medioambiental, uso limitado de recursos…”; y me preocupa su continuación “si no conocemos o estudiamos estos principios en las carreras”. Tampoco puedo compartir totalmente la afirmación: “aprendimos día a día que más es siempre mejor”. No puedo negar que lo aprendieran, pero nosotros no se lo enseñamos. La no linealidad de las funciones con las que representamos los comportamientos de los agentes en la toma de decisiones tanto de consumo, como de producción, impiden que el resultados sea que “más es siempre mejor”, ni utilizando los modos más contrarios al bienestar común o al respecto por el entorno. También me preocupa que en el mismo párrafo se diga “aplicando la eficiencia en los costes como criterio dominante”, puesto que eficiencia es un concepto relacionado con la utilización de los recursos, que en algunos contextos se puede lograr minimizando los costes (en ausencia de externalidades y de poder de mercado de los agentes).
Una vez más, me apena ver como se acusa al puñal y no a la mano de asestar la puñalada. Las mismas técnicas de marketing que se pueden utilizar para “atraer al consumidor estudiando su comportamiento para crear necesidades” las emplean las principales ONG para captar recursos con los que auxiliar en los conflictos, llevar alimentos y medicinas a los lugares más desfavorecidos, o financiar actuaciones en defensa del medio ambiente. Esas mismas técnicas las utilizan las administraciones públicas para prevenir los accidentes de tráfico, evitar el consumo de sustancias dañinas o recordarnos que tenemos que cumplir con nuestras obligaciones tributarias. No reniegue de ellas, las puede necesitar para cambiar el mundo.
Comparto plenamente la necesidad de “incluir y otorgar una mayor importancia a asignaturas con rasgos más éticos como economía medioambiental, economía del desarrollo…” Aunque, con un pequeño matiz, puesto que asignaturas como Economía del Medio Ambiente, Economía de los Recursos Naturales o Desarrollo Económico, con estas u otras denominaciones similares, se imparten en nuestra facultad desde su creación, hace ya más de 30 años. Sin olvidar otras asignaturas que profundizan en los conceptos de justicia social, el papel de la mujer en la economía y en la sociedad, la distribución de la renta, y otros aspectos necesarios para comprender la realidad económica del tiempo que nos ha tocado vivir. Por no extenderme, cualquier lector puede encontrar más información en la página de nuestra facultad. Así, me gustaría aclarar que cualquier estudiante de nuestras titulaciones tiene la oportunidad de profundizar no sólo en los aspectos relevantes que menciona la autora, sino en otros muchos igual de relevantes y necesarios.
Todo ello, sin hacer mención a las oportunidades de formación que la Universidad Pública de Navarra ofrece fuera de las clases convencionales, como la participación en programas solidarios, la realización de prácticas nacionales e internacionales en programas solidarios, las conferencias de ponentes internacionales sobre cuestiones relacionadas con la desigualdad, los derechos humanos, las migraciones, los conflictos bélicos o en cambio climático, además de las conferencias Attac-UPNA en las que somos habituales colaboradores y coorganizadores.
En definitiva, no puedo admitir que diga que no tuvo la oportunidad, y la obligación en algunos casos, de tratar todos esos conceptos que demanda que se incluyan en los estudios en economía. Aunque admito que en algo hemos fallado si no los aprendió o no supo que podía aprenderlos.
No puedo terminar sin agradecerle nuevamente su compromiso, aunque tengo que recomendar que redirija sus esfuerzos en la línea adecuada, ya sabe por lo de la eficiencia en la utilización de los recursos.
Emilio J. Domínguez Irastorza. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pública de Navarra.
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