El neoliberalismo y el sistema económico chirrían
Juan Bautista Astigarraga
“Los que han creado los problemas
no son los más indicados
para resolverlos”
Albert Einstein
Esto que a continuación escribo no pretende ser más que unos apuntes que nos recuerden una historia triste que aún vivimos, pero que tiene síntomas de terminarse o de modificarse de forma radical, y más ahora que el sistema socio-económico hace aguas y chirria.
Allá por el año 1946 en Mont Pellerin un grupo de intelectuales, con mayoría de economistas (Von Hayek, M. Friedman, Von Mises, L. Robbins), comenzaron a elaborar la doctrina neoliberal, que luego aplicarían Margaret Tatcher y Ronald Reagan con sus políticas económico-sociales a finales de los setenta, en sus respectivos países.
Hay que reconocer que estos economistas tuvieron algunas aportaciones importantes, modelizadas por la escuela de Chicago (Milton Friedman), como la importancia dada al estudio de la oferta monetaria, y en general a la política monetaria.
Dada la gran extensión que ha alcanzado y los perjuicios que ha ocasionado a la humanidad, debemos conocer algunas de las evidencias que se esconden en esta doctrina y algo de su historia. Vayamos por partes.
En primer lugar, es curioso que fuera concebido y desarrollado este pensamiento económico coincidiendo con las tres décadas (1946-1976) más brillantes del capitalismo, en que se abordó la construcción del Estado de Bienestar, y cuando además tanto los beneficios del capital como los salarios aumentaron como nunca lo habían hecho. Y era esto cuando la socialdemocracia y la cristiano-democracia, competían por diseñar un Estado más preocupado por sus ciudadanos y que intervenía en la economía para animarla en los momentos de flojedad y de aumento del paro. Estas políticas socio-económicas tan beneficiosas se denominaron keynesianas, porque estaban inspiradas en John M. Keynes, el economista más importante del siglo XX.
A pesar de la excelente marcha de la economía, esos años los neoliberales que tenían como objetivo combatir al keynesianismo y a las políticas de solidaridad, no estaban conformes y siguieron trabajando con tesón en la preparación de sus instrumentos de acción económica.
En segundo lugar hay que tener en cuenta que las políticas neoliberales que arrancaron como hemos dicho a finales de los setenta, (después de la crisis del petróleo), tenían una dirección totalmente distinta de la keynesiana, y esgrimían como lema: “El Estado no es la solución sino el problema”, y afirmaban que la intervención estatal en el mercado restringía la libertad, y ellos daban la primacía absoluta al mercado.
Y a partir de 1989 en que cayó el telón de acero y se desintegró la Unión Soviética con sus estados satélites, el neoliberalismo se convirtió en el “pensamiento único” y “la globalización neoliberal”. Todos pensábamos que se abría una época larga de paz y bienestar; pero nada más lejos de la realidad que nos esperaba. Incluso organismos internacionales, en teoría imparciales, se contagiaron, como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y el Banco Mundial y europeos como la Comisión y el Banco Central Europeo.
En tercer lugar no se puede olvidar que las políticas neoliberales han arrojado unos resultados mucho más bajos que las keynesianas tanto social como económicamente.
Por ejemplo el crecimiento de los países de la OCDE Europa descendió del 4,7% en 1960 al 2,3% en 1990, y el paro en esas mismas fechas paso del 2,9% al 7,8%.
En cuarto lugar apuntar que no sólo los partidos de derecha sino también algunos socialdemócratas, han aplicado dichas políticas con pocas diferencias, excepto los países nórdicos que se han mantenido en general fieles a los principios de la socialdemocracia keynesiana.
Y por último decir que hoy a pesar de los fracasos descomunales de dichas políticas neoliberales, apoyadas en los potentes poderes financieros, se siguen aplicando, cometiendo errores de bulto, como los planes de austeridad, que este no es el momento de analizar. Los resultados han sido en síntesis aumentar la desigualdad y la pobreza así como el agotamiento de recursos, y despreocuparse de la contaminación y del cambio climático. Para desembocar en la Gran Recesión que comenzó en 2007 (y no sabemos cuando terminará).
Los críticos de esta situación son una minoría que sobrevive con esfuerzo en el marasmo de los medios de comunicación, que en el caso de España no hay apenas ninguno independiente entre los grandes.
Y lo peor es que no nos hemos percatado de que el sistema no funciona, basado en la globalización liberal y el gran poder de los núcleos financieros. Necesita una reparación extraordinaria o iniciar otro que sitúe a las personas y al planeta por encima del dinero y del poder sin límite. Y es necesario apuntar que hoy no se podrían implantar las doctrinas keynesianas sin más. Los grandes problemas de la humanidad y del planeta como la desigualdad, la contaminación, el crecimiento desordenado y el agotamiento de los recursos, necesitan un serio cuerpo de doctrina socio-económica, que en realidad ya existe, pero que los que mandan, no están por la labor a pesar de su retórica y a pesar de que ellos mismos se dan cuenta que no les van bien las cosas.
Y esto hasta tal punto es todo cierto, que los actuales vendavales en las bolsas todas, la caída de los precios de las materias primas, el marasmo general indican claramente que el sistema no marcha. La economía tanto financiera como rea cruje y ha empezado otra etapa de incertidumbre creciente.
¿Se percatarán de ello los poderosos? O ¿habrá que empujarlos con nuestra resistencia, al estilo Gandhi? Porque con la violencia no llegaremos muy lejos y el camino que nos espera es largo en esta historia vacilante. Pero después de las crisis suelen venir mejoras económicas y societarias, como se puede comprobar en los dos siglos pasados, pero el problema de fondo es cuando. Yo soy optimista, y creo que los que trabajan en la sombra para mejorar ganarán la partida.
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